6/7/12

No dejes que...

Desde el domingo tengo la misma pesadilla...
Si ya se hubieran inventado y comercializado los escáneres para fotografiar sueños (esos que dejaran sin trabajo a los últimos dinosaurios surrealistas) en el punto álgido del mío  el aparato captaría la imagen que aparece abajo. Si el aparato fuera de lujo y contara además con un decodificador de sonido, sería evidente que la pesadilla tiene como soundtrack un estribillo de Caifanes que se repite una y otra vez sobrerevolucionado hasta casi sonar como un sencillo de Alvin y las Ardillas:
"No dejes que... Nos coma el diablo amor.... No dejes que.... Nos coma el diablo amor... No dejes..." y así hasta el infinito.
Perturbador. Sin duda un caso de estudio digno de Jung... Me pregunto ¿qué diablos podrá significar?



15/11/11

5 tracks para el Apocalipsis Zombie

Los zombies son el Gran Monstruo de nuestra generación: la más recurrente manifestación del horror en el imaginario colectivo del siglo XXI. Decenas de películas, libros, comics, videojuegos, sitios de internet y hasta The Walking Dead están ahí para confirmarlo. Y cómo podría ser de otra manera. Siempre nos ha fascinado y aterrorizado la idea de la muerte -sobre todo de la nuestra- y los zombies son la más pura y amenazante efigie de la misma; miles de cadáveres mutilados, semi descompuestos, que se arrastran por ahí en espera de la más mínima oportunidad de devorarse tu cerebro, o mínimo arrancarte un buen trozo de carne a dentelladas para convertirte en uno de ellos…

En fin, dejaré la infinita mitología de los muertos vivientes y todas sus posibles interpretaciones y connotaciones psicológicas para otra ocasión y me limitaré a dar un tracklist pensado para ese momento en que, una vez llegado el apocalipsis zombie, te das cuenta de que estás totalmente rodeado de esos seres hambrientos a tal punto que tus posibilidades de supervivencia se han reducido a cero. En ese instante sería razonable decidir darte un tiro y evitarte mayores complicaciones. Sin embargo siempre es mejor dar la batalla y salir a enfrentarlos para llevarte contigo a cuantos puedas. Bueno, estás canciones son para este último enfrentamiento. Decide cual va más contigo y llévala siempre en tu Ipod. Nunca se sabe con certeza cuando la puedas necesitar.

The Future - Leonard Cohen
Qué mejor para un rebelde ateo que morir escuchando: “When they say REPENT, REPENT!! I wonder what they meant” al ritmo de godspell… De momento no se me ocurre nada.


Wigwam - Bob Dylan
Es una canción para estar sentado frente a una fogata, con los amigos hippies, tomados todo de la mano, moviéndose al ritmo de la música y pensando en el futuro prometedor. Buen contraste para armar una carnicería con fluidos, balas y hachazos a todo lo que da.

Funkyfire - Fckn Burritos
A atascarse de metanfetaminas o algún otro acelerante sináptico antes de salir a combatir y bailar como poseso.

In Principio Erat Verbum - Arvo Pärt
Poder vocal que evoca el canto de ángeles en plena tragedia. Un final solemne, una confirmación que grita a los cuatro vientos: “Sé que ya me jodí”.


L‘Arena - Ennio Morricone
Sin duda una buena pieza para quien conoce la importancia de un soundtrack apropiado para resaltar la intensidad del momento. La espera, la acción, la conclusión en la que te entregas a una muerte gloriosa. Todo en una sola canción.

Comeback

Buen momento para hacer unos pases mágicos, limpiar la necrosis y regresar a la vida esta bitácora olvidada.

Así que sin más preámbulos, declaro este sitio como Oficialmente REANIMADO.

10/7/10

Insomnio

En momentos como éste, cuando el amanecer trepidante se arrastra detrás de las ventanas sin que haya conseguido caer en el llamado sueño de los justos, recuerdo aquellas palabras del sabio lujurioso de lengua bífida, Zaratustra, cuando proclamaba: "Afortunados los somnolientos, pues no tardarán en dormirse".

Tengan pues, buenos días... Afortunados hijos de puta.

21/4/10

Lobos con piel de Lobos


El café La Joya está desierto. Me siento en la barra. La única empleada del lugar está junto a la caja registradora mirando embobada una pequeña televisión en blanco y negro. Me mira y se lo piensa dos veces antes de decidirse a atenderme. Pido un café americano. La empleada lo sirve de mala gana y regresa a su cubil junto a la registradora. Perry está retrasado. Enciendo un cigarrillo, lo colocó en el cenicero y miro como se consume. Perry llega quince minutos después. Para entonces las colillas de otros tres cigarrillos acompañan a la primera. Perry lleva al hombro su guitarra y arrastra una maleta con ruedas donde carga todas sus pertenecías terrenas, en su mayoría libros y mapas. Ese es uno de los dos problemas de Perry: nunca viaja ligero. El otro es su marcada tendencia a la violencia. Una vez mató un negro en las Vegas con una cadena de bicicleta, sin motivo, solo por el gusto de hacerlo. Por lo demás es un gran tipo.


Nos saludamos: el tiempo sin vernos amerita un abrazo. Se sienta junto a mí. Pide un sándwich con extra todo y una cerveza de raíz, pero debe conformarse con acompañar la comida con una Coca-Cola. Nos ponemos al día. Me cuenta de sus viajes: me dice que visitó de nuevo Japón, que conoció Río de Janeiro. Me dice que se acostó con putas japonesas y brasileñas. Según cuenta, las putas son una vieja costumbre de cuando fue marino mercante. Yo siempre he pensado que bajo su fachada de matón consumidor de esteroides descansa la semilla de la homosexualidad, esperando únicamente las condiciones para florecer. Él concede esto a medias: dice ser un artista, un poeta.

Luego pasamos a mí. Me pregunta por el trabajo. Me pregunta por Gina. Me sincero. Le digo que las cosas con Gina van mal, que ella ha estado viendo a otro tipo, que no sé qué va a pasar entre nosotros. Me pregunta si Gina se ha acostado con el otro sujeto. Le respondo que no, que es peor que eso, que dice estar enamorada de él. Me mira con condescendencia. Coincide conmigo en que la situación luce bastante jodida. Para entonces Perry ya ha terminado de comer. Saca del bolsillo de su chaqueta un frasco de aspirinas y se mete dos a la boca. Las mastica con calma: las disfruta. Tiene las piernas hechas mierda por un accidente en moto. Los huesos soldaron mal. Dolores intermitentes lo siguen desde entonces. Las aspirinas calman los nervios heridos y lo vuelven funcional. Así es Perry. En el fondo cada parte de él está dañada.
Perry permanece un rato en silencio. Está pensando algo. Luego dice:

- Sabes lo que deberías hacer, ¿eh?- Perry tiene la mirada perdida. Entrecruza los dedos de sus manos y los aprieta unos contra otros - Deberías buscar al tipo y cuando lo encuentres, POW, le das con un bate de beisbol en las rodillas. Sí, debes hacer eso… Pero ese es solo el comiezo. Luego deberías atarle las piernas a la defensa trasera de mi Ford, y conducimos hasta Cozumel- Perry saliva, la idea de la sangre lo pone caliente como gato en celo. Los nudillos de sus dedos están blancos por la presión- Dicen que ahí con 50 pavos puedes tener las mujeres que quieras, hombre. Para cuando lleguemos allá solo arrastrarás unos zapatos ensangrentados. El tipo estará embarrado a lo largo de kilómetros. Sabes, dicen que en el mar de Cozumel hay galeones españoles hundidos, llenos de oro y diamantes, esperando ser encontrados. Eso deberíamos hacer, hombre. Tú, yo, el mar, y todas las mujeres del mundo.

- Vamos Perry, deja eso -respondo. Debo calmarlo antes de que en medio de su frenesí homicida decida degollar a la mesera-. ¿Recuerdas lo que pasó la última vez, eh, lo que paso en Kansas? ¿No? Te colgaron Perry. La última vez te colgaron. Gracias a eso ahora solo eres un hervidero de gusanos…

Perry me mira fijamente. Sus ojos se vuelven torbellinos de muerte. Siento la presión de su mirada. Me siento mareado, la cabeza me pesa toneladas. El ojo izquierdo de Perry comienza a lagrimear sangre. Primero una gota, después un río completo que mancha el cuello de su camisa. Su boca tiembla. Me parece entrever en el fondo de su garganta el pulsar de miles de moscas revoloteando. El es muerte. El fue muerte. El es un Rey Midas de la necrosis. Por primera vez al mirarlo siento miedo. No un miedo cualquiera, sino un temor reverencial. Perry es una serpiente en un jardín lleno de niños. Perry es la causa y el efecto del pecado. Un lobo con piel de lobo…

Tan intempestivamente como comenzó, todo termina. Perry baja la vista, toma una servilleta y se limpia la mejilla. Luego, con una voz vibrante y jovial, se excusa y se dirige al sanitario.


Apenas desaparece de mi vista llamó a la mesera y pago la cuenta, solo la mía. Luego tomo la guitarra de Perry y sin mirar atrás, me voy de La Joya, pensando en que debo escoger mejor a mis amigos.

13/5/09

Nueva Locación

Nueva Sede. Un pequeño bunker cerca de Chapultepec. Primer piso. Ventana a la calle. El lugar está sitiado por misceláneas y tienditas de la esquina que por las tardes se llenan de personajes extraños.

El día que llegue había un perro enorme en la azotea del edificio de enfrente que aullaba a la luna justo antes de que callera la primera lluvia de la temporada. Al día siguiente el perro ya no estaba y no ha vuelto. Supongo que sabe que la calle tiene nuevo dueño.